Curiosamente, por primera vez en su larga trayectoria, el torero de Borox acudió al sorteo y fue él mismo quien extrajo sus dos toros señalados con los números 16 y 52. Y ese primer toro de la tarde le corneó junto al estribo. Él se agarró a los cuernos y llegó hasta los medios de la plaza, donde resultó herido de extrema gravedad. Mejías no quiso que lo operasen en la mísera enfermería de la plaza por lo que pidió volver a Madrid. Sin embargo, la ambulancia tardó demasiadas horas y el viaje se hizo en unas paupérrimas condiciones, lo que complicó la herida... que se convirtió en gangrena. Murió, sufriendo y delirando, en la mañana del 13 de agosto de 1934, el mismo año de su reaparición.
Precisamente, Ignacio había acompañado a Joselito en el cartel del 16 de mayo en Talavera de la Reina, quien sufrió una cornada mortal en 1920, por lo que Sánchez Mejías tuvo que dar muerte al fatídico ‘Bailaor'. Torero polifacético, llegó a ser presidente del Real Betis Balompié y fue el impulsor de la Generación del 27, gracias a la estrecha amistad que mantenía con Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Luis Cernuda y sobre todo, Federico García Lorca.
Su muerte siempre será recordada por la estremecedora obra que le escribió el propio Lorca al torero, el conocido ‘Llanto a la muerte de Sánchez Mejías', una de las elegías más valoradas de la literatura en lengua española y que se compone de cuatro partes: ‘La cogida y la muerte; La sangre derramada, Cuerpo presente y Alma ausente'.
Fuente: www.burladero.com
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