sábado, 25 de abril de 2009

Talavante tira la llave



Francisco B. Carrera

No me atrevo a decir que el de ésta tarde haya sido el mejor festejo de lo que llevamos de la feria, pero si es en resultados habría que decirlo sin dudas: el mismo número de orejas en ésta que en el resto de las tardes juntas, y pudieron ser más, si el presidente no hubiera hecho oídos sordos a la petición del quinto, Juli no hubiera fallado con la espada y Talavante no hubiera tirado la llave de la del Príncipe como lo hizo con su segundo. Del torero extremeño ha sido lo mejor de la corrida y de lo mejorcito de la feria, cerrando una terna que completó una buena tarde de toros de las que ya merecíamos la afición sevillana que volvió a abarrotar La del Amarillo Albero, en la que El Cid tuvo dificultades por tercera vez y El Juli se encontró superado por su propia ambición. Venía el madrileño con ganas de comerse Sevilla y lo dejó patente desde el recibo a un toro que no dejó clara su intención mientras le intercalaba verónicas y delantales, en chicuelinas también para el quite, dándole espacio a la variedad del toreo de capote. Entrando con protestas al peto y fijo en banderillas, el toro se muestra crecientemente noble pero tardón. Animándole en todo lo que puede, poniendo todo el empeño y cuajando dos tandas en vertical pero llevando al rival con el pico de la muleta, Juli se encuentra en algún aprieto al natural, cuando ya no tiene la ayuda de la extensión, pero logrando mayor transmisión de ésta manera. Le vio más por el derecho y cerró una buena serie en una tanda impresionante de genial ligazón, improvisando con mucha torería y llevándose excepcionalmente al toro de los medios a los tercios para colarle una estocada hasta los gavilanes de espalda a la querencia, aculando el toro en chiqueros y levantándose al primer puntillazo. Al presidente le costó soltar el pañuelo ante la petición que tuvo que arreciar, y de éste modo se mostraría reacio a otorgar trofeos salvo en el caso aparte del extremeño. Con su segundo ejemplar, Juli pudo incluso merecer más que en el primero la oreja, pero los aceros se lo negaron. Con cuatro verónicas y una media de gran fundamento paró al toro, que salió humillando muy bien del primer encuentro con el peto, lo que aprovechó el madrileño para realizarle un buen quite a la verónica que no pudo concretar al acostarse el toro. En banderillas vuelve a poner en aprietos como a la puesta en suerte al caballo al Niño de Leganés, al que encontró descubierto un par de veces. Juli, en maestro y en torero, pone orden en la aturullada cuadrilla a cuerpo como salió al quite. Brinda a Sevilla, como agradecimiento a la generosidad en la primera petición, y comienza quietísimo con la derecha, trincherilla de cartel y continuando con la muleta montada a un rival con un punto dulce de nobleza, sin terminar de embeberlo pero engarzando de muy buena forma. Sale el sol, Tejera interpreta Gallito y Juli se echa la muleta a la izquierda con la que los pases son sueltos a la falta de recorrido. No termina de romper por completo la faena pese al esfuerzo del torero, que se deja la piel a cada desesperado toque sin respuesta por parte del burel, que pone el alma en cada pase imposible ya de ligar, improvisando detalles de nuevo, llegando fuerte a los tendidos, tratando un imposible circular invertido y desplantando con la muleta a la espalda, pendulando con el cuerpo entre el engaño y la cara del mirón y parado al que exprimió tanto como a sus propios arrestos, llámense cojones. Se tiene que tirar encima del agotado adversario, pinchando hasta tres veces y dando al traste con la voluntad y la ilusión del torero y la concurrencia. Poco más que media, trasera y desprendida, pone punto final más amargo de lo merecido a una más que digna actuación del Juli que recibió una fuerte ovación al empeño y dando una merecida vuelta al ruedo, premio que no quiso regalarse el Cid en su segundo, seguramente contrariado por la mala fortuna en los sorteos que está teniendo en éste ciclo, que de siete toros aún no le ha salido uno en condiciones. Su primero patinó en el capote, engancha y hace como que va a dar una voltereta pero se mantiene bocarriba, entraba rebrincado en el peto y levantando la cabeza hasta empujar al caballo a tablas. Abrochadas gaoneras de Talavante, primer aperitivo, en el quite, y muy buen planteamiento del Boni en los dos pares de banderillas, privándole un cabeceo al encuentro en el segundo del premio de la montera al aire. Acaba el toro de romper el estribo y de romper en manso cuando pierde manos en los lances de un Cid que se lo llevó a los medios a contraviento. Faltito de fuerza, cabeceando y altivo, dificulta el engarce de los pocos muletazos a los que embiste, gazapón y atento el regalito que le ha tocado, no se deja cuajar al natural en el que tiene su punto fuerte el de Salteras, que no le puede sacar nada de ligazón al que no transmite ni humilla mientras busca al de las pipas sin querer ayudar a un Cid entregado pero sin rival. Entiende por imposible la lidia y con un macheteo deja acabado lo que no hay, pincha y saca, muy correcta la segunda tras lo complicado de la puesta en suerte. Más complicado hubiera sido torear al intoreable quinto devuelto a corrales y en cuya sustitución salió un sobrero que arrinconó en las tablas al Cid que, atropellado, consiguió sacar tres verónicas sacando mucho valor. Buen tercio de varas y mejor el de banderillas, en el que suenan algunos compases desde Tejera en honor de la actuación de Alcalareño, callando para dejar oír la ovación con la que Sevilla agradece el brindis en el que Cid promete entregarlo todo y se muestra al fin en su mejor versión, trayendo en largo al toro, ligando los muletazos y templando con su proverbial izquierda, llegando con mucha fuerza a los tendidos. Pelea al viento en los medios con naturales profundísimos sacando todo el recorrido que tiene el toro, montando la muleta para dejarle un molinete y dos geniales derechazos hasta que el toro engancha el engaño, le desarma de la franela y le desarma el ánimo. Liga dos naturales entre muchos sueltos a un toro rebrincado con ganas de rajarse. Muy limpia la estocada con la que dobla el toro a sus pies y es respondido por una ovación cerrada y creciente petición de oreja, duras disquisiciones en los tendidos entre quienes valoran todo lo puesto por el saltereño en el ruedo y quienes exigen un nivel más cercano al altísimo listón que se ha puesto el mismo. Finalmente se queda sin oreja y prefiere no dar una vuelta al ruedo que hubiera merecido sin dudas, como sin dudas hay que reconocer que Talavante ha dejado lo mejor de cuanto llevamos visto en el ruedo maestrante en lo corriente de ciclo en su primer toro, si bien comenzó abarullado y dejándose enganchar el capote por un malandado que entró de mala saña al caballo, despistándose hasta que se le espabiló en un buen tercio de banderillas sacándole el recorrido. Apurado el saludo, muy en vertical, el extremeño logró engarzarle una muy buena serie de derechazos. Despacioso y un tanto alejado el torero, tardo y parón el toro. Remata una serie para sacarle el tranco a un desprecio enganchado y un pase de pecho. Llevándose al toro a placer, venido arriba, se muestra inmenso con los pies quietos redondeando al natural, aprovechando un toro inconstante que ahora se muestra como un carretón. Tira del izquierdo y consume a la perfección, dejando dos trincheras y una amolinetada de escándalo para confirmar el lío gordo que estaba formando colocando al toro con mucho temple e imaginación en la pinturera tanda con la que colocó al muy colaborador para asestarle un estoconazo de rápido efecto que coronó un faenón absoluto y rotundo, que el público y el presidente entendieron como merecedor de dos orejas, quizá algo excesivos los trofeos tratándose de Sevilla y de Talavante, que no demostró las ganas de abrir la Puerta del Príncipe cuando en el sexto no quiso, no supo o no pudo terminar de cuajar su tarde en una lidia sosa desde el capote a un toro fijo que se va a buscar a los caballos nada más que salen del patio, entrando bajo y romaneando pero con malas maneras y rebrincos en banderillas. No lo veía el extremeño ni hizo por verlo, se le complicó al natural, enganchándole continuamente al no templarle y dejarle demasiado en corto el engaño, aun cuando el rival le revelaba que tenía algo más de recorrido del que le extrajo. Se la deja como se deja ir la oportunidad de abrir la puerta del Príncipe, mosqueando en algo al respetable y mosqueando demasiado al toro que, cansado de encontrarse la muleta continuamente, ya no quiere presentar pelea y se niega a todo, apático y cansado. Estocada correcta y silencio cuando tuvo en la mano la llave de la Puerta de los Sueños del Templo del Arenal.

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