Basilio Huertas Merino
Dejaba Lope de Vega en su obra el Arenal de Sevilla resuelto un completo compendio del paisaje humano de diverso pelaje que poblaba los alrededores del Puerto de Indias en el Siglo de oro, paisanaje que el tiempo se ha encargado de variar en sus formas pero muy poco en sus fondos. Algo tan intrínseco del pueblo como la propia personalidad de sus pobladores, la idiosincrasia que llamaría un querencioso de las palabrejas rebuscadas, la forma de ser que llamaría uno cualquiera de la calle y de la barra de la taberna, como el que escribe, no cambia con los años ni aún con los siglos, y el personajeo de la picaresca no termina nunca de ser distinto por mucho que ya no sea igual. No hay estibadores de puerto ni pimpis de soportales, pero existe una graciosa selección de fenotipos humanos en los que cada uno nos podemos ver identificados en el nuestro, o podemos ver al que todos conocemos que está de una forma u otra integrado en alguno de esos grupos. Pero como generalizar es de mal gusto y peor resultado, y entrar con profundidad en cada subgénero dentro del variopinto paisanaje, quiero hacer esta nada pretenciosa actualización de la recopilación de personajes de Lope de Vega a base de gremios, por llamarles de algún modo, ya que no todos pueden considerarse así, de hecho, muy pocos de ellos deben su integración en uno de los grupos a una determinada actividad laboral, y más aún, si es que trabajan, poco se puede considerar como trabajo en lo que ocupan sus buenas jornadas, pillería y picaresca al más puro estilo y gusto de Lope, esto no cambiará per sécula seculorum en el
Paisanaje del Arenal
Limpia!
Si que podremos considerar gremio a éste nutrido grupo de personajes que deambulan desde por la mañana en los alrededores de la Maestranza, caja de madera en mano, paño churretoso, pretéritamente de grasa, actualmente de Kanfort o betún de droguería, banquillo y gorra campera, traje de faena que en unos es más cuidado que en otros, pero el Limpia auténtico sevillano no se va a presentar ante ti con sus zapatos sucios, primero debe ir haciendo buen marketing del producto, presentar bien el servicio y cuidarse de que la camisa no lleve marcas de otros trabajos. La voz ronca tras el Ducados lo mismo te hace la crónica de la corrida de ayer que el pronóstico de la de hoy, no se sabe cuando entró a la plaza pero si tienes la localidad un poco perdida enseguida te dice entrando por qué puerta tuerces dos veces a la derecha y sales por el vomitorio más cercano, y si además de darte el palique taurino que es lo que estás buscando, no mientas, encontrarte alguien que te dé la razón aunque digas que Morante es un mal torero, es un profesional de su empleo, en lo que tardas en encenderte el puro entras con los zapatos como estaban el Domingo de Ramos que los estrenaste. Éste es un trabajador autónomo, a saber los acuerdos de zonas y tratos de convenio que tienen entre ellos, si la voluntad que sugieren tiene algún porcentaje concreto de rentabilidad, el caso es que pocas veces he visto yo a dos limpias discutir si no es de toros. La llamada, marketing puro también, conminando a entrar en la Plaza con los zapatos limpitos, que va usté mu bien vestío, caballero… se hace más perentoria al término del festejo, en el que no le falta razón al que te dice que tienes los zapatos llenos de albero, buenos observadores, aunque a mucho del que se lo dice le gusta algo la idea de llevarse prendido un dedito por encima de las suelas restos del albero de Alcalá, aunque sea de lo poquito de la Calle Circo, porque del ruedo más bien poco…
Éste personaje, que no es ni mucho menos exclusivo ni autóctono del Arenal, pero que en él, los días de toros, alcanza su mayor representatividad, lejos de ser una figura en decadencia, cada vez es más presente entre las mesas altas de la puerta del Taquilla o el aluminio de la terraza del Bar del Alguacil, que hay quien le llama Cervecería Arenal, Ventura, la Esquina… que no se sabe si está en Arfe o en Adriano, que tiene más nombres que el resto de bares de la zona juntos, pero que mira, al final acabamos allí a la entrada o la salida cada dos por tres. Me estoy fijando que éste año en especial son los limpias el grupo predominante del paisanaje de cierta picaresca, valga lo de cierta porque no son mendigos ni pordioseros, ni mucho menos, aprovecho para reivindicar la figura del limpia como necesario al desempeñar una labor necesaria viendo algunos calzados que pisan los adoquines de Iris, y reclamar para éstos trabajadores el trato de dignidad que merece quien busca ganarse un jornalillo doblando el espinazo en un servicio sin llegar a ser servil. Éste año, como digo, he visto, con una mezcla curiosa de satisfacción por ver al personaje a un tiempo entrañable y evocador y desazón por adivinar las circunstancias que a muchos llevan a buscarse esas monedillas, que los limpias han aumentado, consecuencia de la crisis, el fantasma ese que saca tantas veces lo mejor y lo peor de las personalidades del personaje y el personajeo, pero que tiene siempre la amabilidad de devolvernos estampas clásicas de un entorno que cuanto menos cambie, le guste o disguste al modernista, casi mejor, aunque sea en las formas más que en el fondo. Limpia, échame un fregaíto que no viá entrá con los zapatos así ome… que luego mi zuegro me mira con mala cara.
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