Serafín Marín armó 'la monumental' en Barcelona. El torero catalán indultó el extraordinario ejemplar de Jandilla que cerró plaza. El toro, de nombre Timonel, número 69 y 523 kilos de peso se ganó la vida en cada muletazo de una faena de máximo contenido que fue seguida por los tendidos con sumo interés que, al igual que en la tarde de ayer, secundaron al grito de 'Torero, torero, libertad, libertad' la impecable labor del diestro. El Cid también escuchó el clamor del coso y cortó las dos orejas del que hizo quinto en una tarde sin duda para el recuerdo. Si ayer fue Morante el que recorrió en hombros las calles de Barcelona, hoy, Paquirri, Serafín Marín, El Cid y Rafael Luna, líder del PP, escucharon el sentir de un enfervorecido público catalán y fueron paseados de forma histórica por las calles aledeñas al coso de la ciudad Condal.
Serafín Marín lidió el mejor ejemplar de la tarde, un animal que sumó calidad, recorrido y profundidad en sus embestidas y al que supo sacar el máximo partido en una faena maciza de principio a fin. Su actuación, brindada a Albert Rivera, líder de Ciutadans, se abrió con un excepcional, ajustado y despacioso saludo a la verónica, prólogo de una labor iniciada por estatuarios y seguida de muletazos de impecable trazo y ejecución. El catalán aprovechó cada una de las embestidas de su oponente que fue una auténtica máquina de embestir. El público, al igual que el torero, vio pronto la condición del ejemplar y solicitó el indulto que fue concedido tras una clamorosa petición. Tras la finalización del festejo, tanto Serafín Marín como El Cid, Paquirri y Rafael Luna, líder del PP, abandonaron la plaza bajo el grito de 'Torero, torero, libertad, libertad'
Antes, en su primero, Serafín había manejado con gusto el capote en un garboso saludo a la verónica que puso al público en pie. Con más gente en los tendidos que ayer inició una actuación que tuvo sus mejores pasajes sobre la diestra. No obstante, el toro pronto se rajó y la disposición del torero chocó con la condición del toro. Una estocada en el sitio fue determinante para la concesión de la oreja. El Cid tampoco se achicó esta tarde en Barcelona e hizo lo más sobresaliente con el quinto, otro buen toro de Jandilla que acudió presto a la muleta. Con tan buen material, el sevillano realizó una labor sin fisuras que cerró con un estoconazo. Sin embargo, no pudo hacer demasiado con el primero al que saludó airoso con el capote para realizar después una faena sustentada en tres series sobre la diestra que fueron creciendo en interés. Sin embargo, no pudo hacer lo mismo con la zurda por donde el animal protestaba. Demasiado tarde fue cuando volvió al pitón más potable del toro que a esas alturas de la lidia se había apagado.
Antes, en su primero, Serafín había manejado con gusto el capote en un garboso saludo a la verónica que puso al público en pie. Con más gente en los tendidos que ayer inició una actuación que tuvo sus mejores pasajes sobre la diestra. No obstante, el toro pronto se rajó y la disposición del torero chocó con la condición del toro. Una estocada en el sitio fue determinante para la concesión de la oreja. El Cid tampoco se achicó esta tarde en Barcelona e hizo lo más sobresaliente con el quinto, otro buen toro de Jandilla que acudió presto a la muleta. Con tan buen material, el sevillano realizó una labor sin fisuras que cerró con un estoconazo. Sin embargo, no pudo hacer demasiado con el primero al que saludó airoso con el capote para realizar después una faena sustentada en tres series sobre la diestra que fueron creciendo en interés. Sin embargo, no pudo hacer lo mismo con la zurda por donde el animal protestaba. Demasiado tarde fue cuando volvió al pitón más potable del toro que a esas alturas de la lidia se había apagado.
Rivera Ordóñez afrontaba una tarde emotiva. El XXVI aniversario de la muerte de Paquirri. Tan señalada cita fue tenida en cuenta por la afición que no dudó en sacarle en hombros junto a sus compañeros de cartel y el líder popular. Había resultado silenciado en su primero, un ejemplar carente de fuerza y raza que ya perdió las manos antes de entrar al caballo. Tan solo pudo lucirse en un emocionante tercio de banderillas que caló en los tendidos puesto que la faena de muleta no pudo tener contenido alguno. Idéntico resultado obtuvo de forma incomprensible tras lidiar al cuarto, un animal que buscó sin demora las tablas. Flexionó la rodilla en un ceñido saludo a la verónica y de nuevo volvió a brillar cuando tomó los palos. Su fallo con la espada le privó de obtener un mayor reconocimiento.
Fuente: www.mundotoro.com
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