Publicado en ABC 08-09-09
Lo que no puede ser es que Giorgio Armani se lleve titulares y portadas sin pegar un muletazo, que disfrute de dos vueltas al ruedo informativo de todo el toreo por un diseño que quedó desdibujado cuando el menor de los hijos de Paquirri y Carmina Ordóñez templaba la tarde mostrando lo mejor de sí mismo. Además, ha sido Santos el sastre que le puso realidad a la criatura, aunque yo soy más de Pedro Algaba. No es de recibo que Armani saque el vestido del armario para triunfar más que los espadas que mataron la corrida. No puede pasar a la historia esta goyesca por un diseñador la tarde en la que Cayetano toreó mejor que nunca. No puede ser que Perera mate tres toros y le ponga los muslos al destino para que Armani se lleve el rabo por un dibujo. Que no. Que no hemos entendido la goyesca porque el glamour no nos dejó ver el bosque. La noticia de la tarde no puede ser el diseño de un vestido de torear —algunos le dicen traje pero un traje es lo que se pone Antonio Santiago para mandar los pasos— que acapare más columnas que la actuación de los espadas con la corrida de Algarra.
Es la firma que ha elegido Cayetano. Él es la imagen de la multinacional Armani. Pero, antes que eso, es torero. Y así debe sentirse. Su bisabuelo fue figura del toreo con el apodo del «Niño de la Palma», porque fue mozo de una zapatería del mismo nombre. Estos días, enfrentado a los titulares de una corrida extraordinaria que ahora organiza un nieto de Antonio Ordóñez, he visto con tristeza que Armani acapara más líneas que el buen gusto de Manzanares, que la dignidad de Perera, que la clase de Cayetano. Y no hay derecho. Porque cualquiera de ellos hubiera triunfado con un vestido de alquiler. Démosle al césar lo que es del césar. Y al torero lo que es del torero. No dejemos que los brillos del artificio nos nublen la vista. La goyesca es una gran cita social, Armani será un fenómeno del diseño, y la prensa rosa tendrá que llenar sus páginas. Pero la hoja del toreo se escribe con sangre y esa, por mucho que Armani dibuje bien, sólo la derraman quienes se ponen delante.
Victór García Rayo
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