martes, 20 de julio de 2010

Una de Noveles


Alvaro Partor Torres
Diario el Mundo 18 Julio 2010

Todos los jueves de julio, a esa hora incierta de la atardecida en que la Giralda, vista desde los tendidos de sombra, hace suyo el título de una laureada novela de Manuel Ferrand, “Con la noche a cuestas”, vuelve a escucharse el repeluco del cerrojo que guarda la puerta del patio de caballos y a resonar bajo los arcos de una solanera recalentada el pasodoble “Plaza de la Real Maestranza”. Similar liturgia a la acostumbrada, chispa más o menos el mismo miedo que seca las gargantas de los que salen por la llamada “Puerta Principal”, un solo tiro de mulas bajo la luz de los focos pero sin los del castoreño en formación de a dos. Son las ahora llamadas novilladas de promoción o sin picadores, antaño conocidas como económicas o de noveles.
Pepe Luis Vázquez Garcés debutó aquí en una nocturna; era agosto del 37 e iba vestido de rosa y oro. Y un chaval del Cerro del Águila llamado Salvador Távora se anunció en una “gran novillada popular” organizada por el diario Sevilla el 17 de junio de 1951 con reses de Hidalgo Martín. El mismo Salvador Távora, que pasó de sobresaliente del malogrado rejoneador Salvador Guardiola a dramaturgo, anda ahora reculando más de la cuenta ante los antitaurinos –especialmente los catalanes- y dulcificando la parte torista de su “Carmen” al sustituir la muerte del toro por unos recortadores ya que “es tan grande su belleza que no precisa ni una gota de sangre para hacer un espectáculo grandioso”. Pues no señor Távora, sin sangre esto es como la pantomima montada por Don Bull en Las Vegas: un esperpento, género muy teatral por cierto. Como los tiempos avanzan una barbaridad – o degeneran, según la peculiar teoría del banderillero de Belmonte que acabó de gobernador civil- en las novilladas económicas se ha pasado del traje de luces mil veces sudado y otras tantas remendado y alquilado, con desvaídos brillos y color indescifrable, a unos ternos de estreno horrorosamente bordados a máquina (seguro que los chinos pronto desembarcarán en la sastrería taurina); de la rifa de una máquina de coser Alfa (“valorada en 2.250 pts.”) a los tendidos llenos de neveras con tinto de verano y filetes empanados; de los erales de Baldomero Sánchez, Pérez Centurión o Rocío Martín Carmona a los de Pallarés, Villamarta y Carlos Núñez; de los José González, Paquito Ruiz o Manolo Segura hemos llegado a los Kevin Gutiérrez, Dorian Paul o Christian Chía, y en vez de la Puerta de la Carne, la Pañoleta o San Bernardo llegan de Navalmoral de la Mata, Oyonnax (sic) o Narbona. ¡Las cosas de la globalización!

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