sábado, 22 de mayo de 2010

GRAVE CORNADA DE JULIO APARICIO EN MADRID








De negro y plata. Como si el terno anunciase su tarde más oscura. Julio Aparicio danzaba a izquierdas con un jabonero de Juan Pedro Domecq, herrado con el número 181 y de 530 kilos. «Opíparo» se llamaba. El sevillano perdió pie y el toro con nombre de banquete se cebó de manera espantosa con el torero. Literalmente, el pitón le atravesó la mandíbula. El cuerno había penetrado por el cuello y asomaba por la boca. La lengua taladrada y destrozos gigantescos. La plaza se sumió en un «¡ay!» profundo. Rostros de pánico. Caras descompuestas. Y gestos de dolor en el callejón. Las cuadrillas hicieron una camilla humana para trasladar al artista caído. El cáliz grana resbalaba por la barbilla y se confundía con el corbatín. «¡Qué horror!», se escuchaba en los tendidos. «Le ha taladrado la boca», decía entre escalofríos un abonado del «2». Mientras Aparicio era trasladado al hule y Morante ensayaba un sueño que no cuajó, los móviles empezaron a echar chispas. Llamadas que entraban para saber cómo se había vivido en la plaza; otras que salían para interesarse por el detalle milimétrico de las cámaras de Digital Plus. Las noticias eran cada vez más angustiosas. Algunos aficionados bajaron hasta la enfermería, cerrada a cal y canto. Esperaban las primeras impresiones médicas. Dentro, el equipo de Máximo García-Padrós trataba de cortar la hemorragia. «Ya está controlado», nos comunicaron tras la puerta grisácea por la que traspasaba el olor a cloroformo. El mozo de espadas, muy sereno, desenfundaba a su maestro, consciente y tranquilo. Aparicio, el genio que otrora maravilló a Madrid, no sabía el alcance de la cogida, de pronóstico muy grave. El daño provocado por el pitón, que había dejado astillas clavadas en la lengua, trepó por los tendidos como la pólvora. Las manos sabias de los médicos procedieron prestas a la compleja intervención. «Lo primero fue estabilizarlo. Después lo intubamos y operamos con anestesia», explicó el cirujano jefe de Las Ventas a ABC. El parte médico era estremecedor: «Herida en región submandibular con una trayectoria ascendente que penetra la cavidad bucal, atraviesa la lengua y alcanza el paladar, con fractura del maxilar superior». Después de una hora de operación, fue trasladado a los servicios de Vigilancia Intensiva del Doce de Octubre. «Hay que hacerle más escáneres, placa y radiografías para ver exactamente cómo es la fractura». Mientras hablaba de la terrible cogida, García-Padrós rememoró el percance de Armillita. «Recuerdo que la banderilla entró por el mismo sitio, pero sin destrozos tan tremendos». ¿Corre peligro su vida? «En principio no se teme, aunque el pronóstico es muy grave».

(Información y foto ABC de Sevilla; vídeo Agencia EFE)

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