Es uno de los espacios más pequeños e íntimos de la Plaza de Toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, donde se refugian los toreros en sus momentos de intimidad para pedirle a Dios y a su Santa Madre que la tarde sea buena o que, por lo menos, no acabe en cornada.
Todos aquellos que alguna vez hayan tenido la suerte de visitarla les sorprenderá por sus reducidas dimensiones, su decoración sencilla, presidida por un pequeño retablo barroco que cobija una Dolorosa de tamaño académico -ataviada con una saya torera-, flanqueada por sendos retablos cerámicos del Señor del Gran Poder y la Virgen de la Esperanza.
Otro retablo del Baratillo, un par de lámparas votivas y unos discretos reclinatorios, son el escueto patrimonio que adorna esta humilde capilla de los toreros.
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