lunes, 28 de septiembre de 2009

Daniel Luque se encumbra en la Maestranza


No hay quien lo pare. Daniel Luque se proclamó ayer -con o sin puerta- nuevo príncipe del toreo sevillano. Figurón en ciernes, el joven diestro de Gerena salió a la plaza dispuesto a triunfar por encima de todo, con raza y determinación de gran torero. Muchos de los que ayer ocupaban los tendidos de la plaza de la Maestranza no habían tenido aún la oportunidad de verlo al altísimo nivel de ayer.

Resuelto a no perder ni un momento, se abrió de capote para desgranar un ramillete de verónicas de creciente intensidad, ganándole pasos al toro, que cerró con un originalísimo recorte soltando una mano. “¡Nada, eh!”, Luque se lo dejó crudo en varas. El toro, acapachadito y colorado, no andaba sobrado de gas pero se desplazada con bondad y clase en los engaños, abriéndose en los capotazos. El joven diestro hasta se precipitó pidiendo el cambio con un picotazo solitario al que siguió un templado quite por delantales.

Era lo de menos. Daniel Luque venía a triunfar y comenzó su faena con unos ceñidísimos estatuarios rebozados de detalles de la mejor sevillanía. Ésa iba a ser la clave de la faena: una mezcla de patetismo y clasicismo, de toreo posmoderno y ortodoxia que puso en pie en los tendidos.

Pero el cuerpo central de la faena estuvo basado en el toreo eterno, en derechazos y naturales trazados con firmeza, dibujados con belleza y rematados con rotundidad. Luque estuvo enorme con la mano izquierda, imaginativo en los remates, novedoso en el concepto. La faena estaba hecha y las palmas echaban humo pero el jovencísimo matador aún le recetó al noble animal esa sobredosis de pases cambiados por la espalda que dejó boquiabierta a la parroquia a pesar de que el toro pasaba cada vez con menos bríos. Luque había formado un auténtico gazpacho y había que rubricarlo con la espada y aunque la estocada cayó un punto atravesada la actuación globlal de Daniel Luque merecía las dos orejas más rotundas cortadas esta temporada en la plaza de la Real Maestranza.

Se mascaba la Puerta del Príncipe, pero ya vaticinó el Guerra que lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible. El sexto de la tarde fue un auténcio regalo: manso, distraído, bronco y violento con el que triunfar era un imposible. A pesar de todo, Luque no ser arredró y volvió a poner toda la carne en el asador. Y hasta se permitió el lujo de encjarle un puñado de pases a pesar de la violencia del animal, que salía buscando a la familia por el tendido. Los dos desarmes enfriaron un punto al paisanaje, pero a pesar de todo, si la espada hubiera sido más contundente, la oreja habría caído sí o sí. Luque no podía disimular su enfado cuando se refrescaba junto a las tablas. Pero no importa, la plaza no se va a mover de ahí y Sevilla ya tiene una nueva figura.

Dos toros que sí eran para haber abierto la famosa puerta. Pero ya se sabe que el olmo no da castañas y aunque Ferrera se entregó a tope en lo suyo anduvo muy por debajo de los dos toros que le tocaron en suerte. El primero, un tío, embistió con emotividad en la muleta sin que Ferrera le cogiera el aire de puro destemplado a pesar de algún pase aquí y otro allí. Eso sí, le formó un alboroto en banderillas con un par al cuarteo, otro sensacional clavando en los medios y un tercero al quiebro al que sumó los alardes de su mejor cosecha. Pero el extremeño aún iba a ver como salía por la puerta de chiqueros un cuarto muy en Villamarta, negro y un punto bragado que rompería en la muleta con importancia, dejando el morro por el suelo y persiguiendo la muleta con vibrante codicia.


Ferrera le cortó una oreja después de una faena ratonera y marrullera, citando siempre detrás de la mata, que ni de lejos estuvo a la altura de la calidad de este toro que mereció la vuelta al ruedo. Una vez más había prologado la faena con otro brillante recital banderillero en el que sobresalió un ceñido par por los adentros.

Talavante volvía a la Maestranza después de tomar nuevos aires a raíz de su ruptura con Antonio Corbacho. Y se esperaba más del extremeño después de levantar esperanzas en el último tramo de su campaña. Dejó dos estimables series de derechazos al mansurroncete segundo y se perdió en su particular Babelia con el tardo y reservón quinto.

Fuente: El Correo de Andalucía 28/09/2009

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